
América Latina y el Caribe es una región a la que le ha costado mucho consolidar sus distintos modelos políticos y democráticos. En unos países más que en otros el éxito ha sido relativo, mientras que en otros los fracasos por construir instituciones fuertes y un Estado que garantice los derechos fundamentales de las personas han sido la constante. Hoy por hoy la región vive épocas de cambios y convulsiones que no debemos ignorar. Hay hechos que se roban el protagonismo más que otros; como Venezuela, cuya crisis ya lleva varios años, sobre todo desde la muerte de Chávez. Sin embargo, no es el único país donde debemos poner nuestro foco de atención y a veces de alarma frente a lo que esté sucediendo, esto sin querer decir que todas las crisis o hechos son equiparables. Es obvio que los contextos son distintos, pero igualmente guardan similitudes: una violación o posible violación de los derechos humanos por parte del Estado o con complicidad de éste.
Como sociedad civil nos debe preocupar también lo que pasa en Brasil, Nicaragua, Colombia, Argentina, México y Paraguay, sólo por mencionar algunos ejemplos.
Pero concentrémonos en dos países con dos gobiernos que tienen estilos y posturas políticas totalmente diferentes: Venezuela y Paraguay. En ambos durante las últimas semanas han sucedido hechos de violencia y autoritarismo institucional que nos debe alarmar.
Sobre el caso de Venezuela ha rodado mucha más tinta, así que vamos primero con Paraguay. Horacio Cartes llegó a la presidencia en 2013 luego de que se destituyera a Fernando Lugo. Con un estilo más ubicado en la derecha le dio un giro de 180 grados a todas las políticas paraguayas y fue quizá el primer revés que tuvo la izquierda latinoamericana en lo que algunos han llamado “el ciclo progresista”. Luego le sucedieron, como ya sabemos, varios más en la región.
Después de la era Stroessner se prohibió la reelección en Paraguay, debido a que esta figura fue la utilizada por el dictador para perpetuarse con un halo de “legitimidad” durante las más de tres décadas que duró su régimen. Por ello durante los años de democracia cualquier intento por revivir la reelección siempre fue visto con recelo.
Cartes creyó tener mejor suerte que otros de sus antecesores en la presidencia, y quizá fue el que más logró avanzar. Sin embargo, no contaba con que el descontento de la ciudadanía y de muchos militantes políticos opositores sería más fuerte en la calles.
El 31 de marzo en una polémica sesión un grupo de legisladores paraguayos aprobó el proyecto de enmienda constitucional sobre la reelección presidencial. Ese mismo día en la noche, miles de manifestantes salieron a las calles de Asunción y en inmediaciones del Congreso se desbocó el descontento social al punto de incendiar la sede del legislativo paraguayo y murió un líder político en manos de la policía. “La víctima fatal fue identificada como Rodrigo Quintana, presidente de la Juventud Liberal de La Colmena, quien recibió un disparo a la altura de la sien en el momento en que varios agentes policiales irrumpieron de manera violenta en la sede del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA)”[1].
A este desafortunado hecho le siguieron varios intentos del Ejecutivo paraguayo por responsabilizar a la oposición política de lo ocurrido, incluso de judicializarlos. Cosa que denota un carácter poco democrático de parte del gobierno y sus aliados.
Por su parte, algunos opositores viendo la grave crisis política en la que está sumido el país pidieron que también se le aplicara a Paraguay la Carta Democrática Interamericana.
Finalmente, sobre Venezuela ya conocemos el profundo conflicto social y político que cada vez se recrudece más y más, en el que no se ve ninguna salida por el momento. Sin duda alguna, la situación venezolana guarda bastantes diferencias (de magnitud, sobre todo) con la paraguaya, pero tienen en común dos cosas: la criminalización y censura de la oposición y la violación de la Constitución.
Desde que Nicolás Maduro asumió el poder, también en 2013 luego de la muerte de Chávez, la confrontación con la oposición y la polarización política se hizo más profunda. Sobre todo, después de que la Mesa de Unidad Democrática (MUD) se hizo con la mayoría de la Asamblea Nacional en las elecciones de 2015, perdiendo fuerza el chavismo en el legislativo.
La situación de Venezuela tiene varias aristas que la hacen aún más compleja: una economía al borde del colapso con hiperinflación, violencia política y represión estatal, criminalización de la oposición y presos políticos.
Los casos anteriormente descritos son sólo algunos ejemplos de la crisis democrática que vive nuestra región. Como ya se dijo, en algunos países con mayor acento que en otros, pero para cada contexto nacional es grave cualquier desequilibrio institucional y violación de derechos humanos. No nos debe importar más un caso que otros porque la defensa de los derechos humanos y los principios democráticos no se negocian. Como sociedad civil tenemos el enorme compromiso y responsabilidad de denunciar cualquier hecho que ponga en peligro el espacio cívico y la capacidad de acción de la ciudadanía.
[1] Tomado de ABC Color: http://www.abc.com.py/nacionales/muere-joven-baleado-en-plra-1579852.html