La principal riqueza del proyecto PASCA es su heterogeneidad. La gran diversidad de organizaciones que han venido conformando esta ambiciosa iniciativa es igual de inmensa a la propia del continente por el que trabajamos. No sólo hacemos referencia a la diversidad cultural ya existente, sino a la pluralidad de formas de trabajo y de articulación a la que se ha visto abocado PASCA.
Cada organización tiene una forma específica de trabajo que responde, en gran parte, a sus propias necesidades, a su propia misión dentro de la sociedad civil y al contexto nacional al que pertenece. Aunque como latinoamericanos, por ejemplo, la mayoría los países de habla hispana guardan similitudes, no es lo mismo hablar del estado de la sociedad civil en Uruguay que en Guatemala; en Paraguay que en Colombia; en México que en Perú. Ni se diga si comparamos estos países con lo que pasa en los del Caribe que, por sus características particulares, guardan bastantes diferencias en dinámicas, visiones y formas de relacionamiento. Asimismo, pasa si ponemos en paralelo el devenir histórico de los países más industrializados del continente, Canadá y Estados Unidos, con el resto.
Pese a lo anterior, el proyecto poco a poco ha podido descubrir y desarrollar formas de trabajo comunes, haciendo caso siempre a la autonomía de cada una de las organizaciones y a las particularidades y necesidades de cada país y subregión. Es así como durante 2016, y cumplido el primer año del proyecto en septiembre, se pudieron identificar varias lecciones valiosas que deben ser aplicadas en lo que resta del camino que hemos trazado, así como también se han podido establecer unos retos para este nuevo año que comienza.
Lecciones aprendidas durante 2016
- Esta era tecnológica, de chats por smartphones y correos electrónicos, sin duda nos ha facilitado mucho las cosas, en cuanto a comunicaciones y relacionamiento se refiere. Aprovechar las soluciones tecnológicas disponibles es importante porque facilitan la comunicación, la coordinación y la organización de información, y permite evidenciar la transparencia en el manejo de los recursos. Eso, además de ser una lección es una evidente necesidad. Sin embargo, el que existan todas estas posibilidades, entre aparatos electrónicos y aplicaciones digitales, no significa que por sí sola la fluidez en el lenguaje, el trato amable con las personas y el envío de mensajes certeros esté garantizado por sí solo. Sobre todo, si tenemos en cuenta que la penetración tecnológica y de la Internet es tremendamente dispar en todo el continente.
Según un estudio hecho por la Fundación Telefónica y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), publicado en 2015 y titulado “El ecosistema y la economía digital en América Latina”, la penetración de Internet en la región es tan sólo del 47%. Sin embargo, si hacemos comparaciones más precisas y vamos a casos concretos tenemos, por ejemplo, que el número de hogares que tienen acceso a Internet puede oscilar en un 50% en países como Brasil, Argentina, Chile o Colombia y a menos del 20% en algunos como Guatemala, El Salvador, Bolivia o República Dominicana. Asimismo, un problema que se desprende de este dato, y de sus atenuantes, es de la alfabetización digital. Al no tener acceso a las herramientas básicas es difícil que las personas de ciertos países de las Américas puedan desarrollar las habilidades y competencias necesarias para enfrentarse a la frenética era tecnológica. Y esto no escapa a las realidades de las organizaciones de la sociedad civil (OSC).
Es por ello que una lección importantísima es la de usar diferentes canales y espacios de comunicación con las OSC, de acuerdo con sus dinámicas y realidades particulares. Combinar correo electrónico con llamadas telefónicas, video conferencias y visitas personales. El acercamiento personal es importante para generar sinergia interinstitucional y coordinar acciones con funcionarios públicos, sin olvidar que también el diálogo virtual facilita la organización de los procesos.
- Hablando de la diversidad que han aportada cada una de las formas de trabajo y experiencias de las organizaciones, según sus contextos nacionales y reivindicaciones puntuales, es vital seguir con incorporaciones de más y más grupos poblacionales. Durante 2016 el proyecto empezó un arduo trabajo de contacto y articulaciones con las poblaciones afrodescendientes e indígenas, así como con la comunidad de los sectores LGBTI del continente. Esto le aporta una visión más amplia al proyecto e impregna de diversidad la agenda que se propone construir camino a la Cumbre de las Américas en 2018.
Igualmente, la articulación con otras entidades de sociedad civil y grupos de interés permite potenciar el trabajo de PASCA.
- Hay una gran cantidad de organizaciones en el continente que llevan años trabajando por la reivindicación y la defensa de los derechos humanos y de los principios democráticos. Tienen años de experiencia en los que PASCA ha visto una increíble fortaleza. Por ello, las entidades coordinadoras, en las que ha recaído y recaerá el desarrollo de lo que viene, deben seguir siendo igual de confiables y contar con unos mínimos de capacidades para operar este tipo de proyectos. Contar con fortaleza institucional. Asimismo, la red nacional se afianzará con la participación de organizaciones que han tenido experiencia en procesos de Cumbres de las Américas.
- Quizá la reivindicación más importante y estructural que tiene hoy por hoy la sociedad civil de las Américas es la garantía de un ambiente habilitante para su trabajo. Esto resumen, a groso modo, casi todo lo que buscan las organizaciones sociales, sobre todo las que hacen parte de PASCA. Y esto no sólo hace referencia a la generalidad de los países, sino también a los espacios mismos en los que las OSC pueden participar, e incluso en los que están en construcción, como el mecanismo que está constituyendo este proyecto con diferentes actores. Las personas quieren expresarse cuando se les da la oportunidad de hacerlo, pero también necesitan un ambiente seguro para ello.
Retos para el 2017
- Algo que se ha podido identificar durante el desarrollo del proyecto es que en muchos países de la región la OEA es un tema de poco o nulo interés por parte de vastos sectores de la sociedad civil. Por lo tanto, llamar la atención ciudadana de las implicaciones que tienen los compromisos de los gobiernos, su cumplimiento y las políticas que de allí se derivan es una tarea fundamental que durante este nuevo año está en procesos de hacerse. Sobre todo, porque de dicha estimación social y ciudadana depende en, en gran parte, el éxito o no un mecanismo de participación.
Por esa vía, es fundamental lograr que algunas OSC nacionales y regionales asuman compromisos de coordinación para participar de manera más articulada en las Cumbres.
Asimismo, todo lo anterior ayudará a definir y posicionar el rol significativo de la sociedad civil en las Cumbres de las Américas, esperado por el proyecto, y el rol que se espera de estas mismas OSC en los países, usualmente en contrapeso con el gobierno.
- Coordinar una propuesta para la OEA, que permita fortalecer, dinamizar y hacer más efectivos y satisfactorios los espacios de sociedad civil, con miras a la próxima Asamblea General y la Cumbre.
- Comprender mejor las diferencias culturales entre algunos países y al interior de las subregiones. Por ejemplo, los países del Caribe han estado aislados en un sentido literal y figurado. Hay una brecha en el relacionamiento entre los países latinoamericanos y los caribeños. Comprendiendo nuestras diferencias podremos encontrar mejores formas de articulación.
- Los grupos poblacionales deben alcanzar un nivel de diálogo y articulación hemisférica como el que se ha alcanzado en lo territorial, para que puedan construir su agenda y definir a sus representantes al mecanismo de participación.
- Aumentar las capacidades de las OSC para apropiarse de herramientas tecnológicas que faciliten su trabajo para la organización de contactos, actividades, gestión de información.
- Ampliar la convocatoria para que en los espacios de trabajo nacional y subregional participen, además de un número representativo de OSC, grupos poblacionales (indígenas, jóvenes, afrodescendientes, mujeres, LGBTI) y otros actores sociales como sindicatos y organizaciones campesinas.
- Aumentar las capacidades de las OSC para coordinar, liderar y hacer seguimiento a procesos que exceden sus campos de acción tradicionales.
- Comprender mejor las dinámicas de participación que son esperadas y satisfactorias para las OSC. Es clave identificar sobre qué asuntos las OSC quieren ser consultadas y sobre cuáles no.