Desde que en 1991 cayó el Muro de Berlín aconteció, no sólo un profundo cambio en la geopolítica del mundo, sino también una transformación muy significativa en las formas de participación de la sociedad civil en las disputas y lucha sociales por sus respectivas reivindicaciones en variadas materias. Una transformación, claro está, que no se dio de la noche a la mañana, sino que se fue gestando durante gran parte del siglo XX, sobre todo después de terminada la Segunda Guerra Mundial y durante las sucesivas revoluciones culturales impulsadas por los sectores más liberales.
Sin lugar a dudas, los regímenes dictatoriales y autoritarios de los que fue víctima gran parte de la sociedad en Latinoamérica y el resto del mundo durante ese tiempo, dejó hondas heridas en los derechos de los ciudadanos y ciudadanas, pero también dejó grandes lecciones e historias de supervivencia y de lucha de las cuales la sociedad civil ha aprendido y por las cuales se ha inspirado para no bajar la guardia. Sin embargo, aunque desde hace casi treinta años puede decirse que el mundo Occidental, sobre todo, es mucho más plural y abierto en materia política y que el los Estados de esta parte del hemisferio han tenido que tomarse su papel de garantes de derechos humanos mucho más en serio, también es cierto que cada vez más emergen formas de gobierno, en manos de líderes políticos más conservadores, y amigos de la represión. Han logrado funcionalizar las normas y principios de la democracia y aprovechar las falencias institucionales de muchos países para lesionar una vez más el ambiente habilitante de las organizaciones y movimientos sociales, es decir, de la sociedad civil organizada y de ciudadanos y ciudadanas activistas. Así lo revela el más reciente Informe sobre el estado de la Sociedad Civil 2016 de CIVICUS.
El Proyecto PASCA tuvo la oportunidad de hablar con Inés Pousadela, Oficial de Investigación de CIVICUS y una de las personas encargadas de la redacción del informe. Asimismo, durante la charla pudimos hacer énfasis en algunas cuestiones actuales de las Américas.
Aunque el informe y uno de los enfoques de CIVICUS es el de “alentar la participación de la sociedad civil y celebrar los logros de la misma” año a año en los contextos políticos y sociales, también es preocupante que en cada nueva edición del informe la situación del espacio cívico, y de la misma sociedad organizada, sea cada vez más vulnerable respecto del accionar estatal.
“Nuestro análisis en las distintas ediciones del Informe sobre el Estado de la Sociedad Civil indica que, en muchos países, y en todas las regiones del mundo, el espacio cívico ha empeorado y se ha reducido sensiblemente en los últimos años”, reza en el informe.
El enfoque de este año del informe estuvo versado sobre la exclusión. “La exclusión ocurre cuando se niega a personas o a grupos determinadas oportunidades, bienes o servicios, o el acceso a los procesos de tomas de decisión, a menudo sobre la base de un aspecto de sus identidades. La exclusión importa porque es parte de la experiencia diaria de millones de personas, y algunos aspectos relacionados a la exclusión incluso están empeorando”, asevera el documento de CIVICUS.
Respecto de la situación particular de la región, Inés afirma que “son muy pocos los países de América Latina donde se protege estas tres libertades”, refiriéndose a la libertad de reunión, de asociación y de expresión, las cuales son el enfoque principal de CIVICUS como organización.
Asimismo, resalta que “muchos gobiernos han tratado de asfixiar la libertad de asociación de la sociedad civil, como Ecuador, Bolivia, Venezuela y México” y también limitar las fuentes de financiación de las organizaciones, o lo que es lo mismo, han vulnerado gravemente el ambiente habilitante en sus países.
Por otro lado, también resalta que no podría hacer como tal un ranking que determine en cuál país de la región se viola más o menos los principios y libertades que se defienden y promueven, porque “no podemos decir qué es más importante”, refiriéndose a cada una de las libertades mencionadas anteriormente. Lo que hace CIVICUS es ir “relevando para cada derecho dónde están ocurriendo con mayor frecuencia” su vulneración.
Para finalizar es importante destacar lo siguiente del informe: “no toda la sociedad civil ha sido atacada o se le han impuesto limitaciones en la misma medida; en varios casos, los ataques se han utilizado para dividir a la sociedad civil y para aislar a algunas OSC y activistas específicos. Las OSC que enfrentan las más fuertes restricciones en relación a su trabajo son las que cuestionan el poder de las élites políticas y económicas, denuncian la corrupción y el mal gobierno y defienden los derechos humanos. Las OSC, activistas y periodistas de investigación que han desafiado a las empresas vinculadas a las élites económicas y políticas, tales como las industrias extractivas y agroindustriales, han sido blanco de ataques violentos. Se registraron asesinatos de activistas que tomaron una postura en contra de este tipo de empresas en Brasil, Colombia, Honduras, Perú, Filipinas y Sudáfrica, entre otros países”.