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30 junio, 2017

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La sociedad civil cumplió en Cancún, ¿y los gobiernos?

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Foto: Archivo online de la OEA

Desde el 19 al 21 de junio, Cancún fue la sede de la 47° Asamblea General de la OEA, y allí llegaron como es costumbre tanto las autoridades y representantes de los gobiernos como cientos de organizaciones y actores sociales para participar activamente en las actividades y espacios que este organismo multilateral tiene habilitados, así como en un importante número de actividades paralelas.

Esta edición de la Asamblea estuvo signada por varias cosas nuevas y cambios de última hora. Como la nueva metodología de diálogo propuesta por el gobierno de México y la repentina modificación de la sede. Al principio se había anunciado oficialmente, por parte del Secretario de Relaciones Exteriores del país anfitrión, que Ciudad de México albergaría esta cita hemisférica; sin embargo, pocas semanas antes del evento, el mismo gobierno mexicano anunció que se cambiaba a Cancún. Esto, por supuesto, suscitó una ola de críticas por parte de muchas organizaciones de la sociedad civil, entre esas las que hacen parte del Foro Ciudadano de las Américas, tanto por el costo económico no previsto y por las dificultades logísticas que supuso esta ciudad costera y turística para que la incidencia y participación de las organizaciones y actores sociales tuviera el impacto necesario.

A pesar de lo anterior, la sociedad civil y diversos actores sociales de la región asumieron el reto de superar estas dificultades y cumplieron la cita en Cancún: en total 449 personas, de 308 organizaciones se registraron para hacer parte de las actividades. Además, se inscribieron 30 coaliciones de sociedad civil, preparadas con sus posiciones claras, dispuestas a dialogar con las autoridades de la OEA y los representantes de los gobiernos.

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Foto: Archivo online de la OEA

A diferencia de las Asambleas pasadas, caracterizadas por la alta conflictividad y enfrentamiento entre diversos actores de sociedad civil, en esta Asamblea las organizaciones y sus representantes lograron articularse mediante diálogos previos para construir sus insumos, y no generaron enfrentamientos, faltas de respeto y violencia física ni verbal. Esto, también se vio ayudado por la decisión del gobierno Mexicano de contar con baños mixtos, que dotaron de dignidad a la comunidad transpresente.

No obstante, el 19 de junio, la fecha en la cual se llevó el diálogo entre sociedad civil, actores sociales y representantes de la OEA, hubo desplantes tanto del Secretario General como de las misiones de los gobiernos. Luis Almagro sólo estuvo en la instalación del diálogo, luego de ello salió del recinto y no volvió en las más de tres horas que duró el ejercicio. A medida que la jornada avanzaba, los representantes de las misiones también se iban retirando, para al final sólo quedar unas pocas personas de los gobiernos.

Lo anterior, sin duda, es un evidente mensaje del poco interés que aún persiste por parte de algunas las autoridades oficiales en materializar un espacio de diálogo e intercambio de ideas con los distintos sectores de la sociedad civil. Aunque debe reconocerse que el gobierno de México mostró desde el principio, como anfitrión, gran interés por establecer una relación de construcción conjunta con las organizaciones.

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Asimismo, es pertinente rescatar que la nueva metodología de diálogo, en la que se organizaron coaliciones entre los actores sociales, tuvo cosas positivas, ya que generó mayor orden y declaraciones más acotadas a propuestas y recomendaciones. Sin embargo, se perdió por completo el espacio de intercambio con el Secretario General, a quien pareciera cada vez más le importa menos la sociedad civil. Adicionalmente, en términos del diálogo entre representantes sociales, aunque el ejercicio previo de conformación de coaliciones y construcción de pronunciamientos dotó de mayor legitimidad la participación, en realidad eliminó por completo el diálogo entre diferentes. Es cierto que hemos fallado como sector en lograr tramitar nuestras diferencias de forma dialogante y constructiva, pero se siguen requiriendo espacios para lograr acuerdos mínimos sobre los cuales avanzar.

Es necesario que se pueda aprender de esta experiencia, evaluarla de forma colectiva, y presentar recomendaciones para que, Perú como país anfitrión de la próxima Cumbre de las Américas Perú, a realizarse en abril del 2018, sea mucho más satisfactoria en término de resultados y para que los gobiernos estén mucho más abiertos y dispuestos al diálogo.