El 1 de septiembre fue presentado oficialmente el logo y el tema central de la próxima Asamblea General de la OEA, cuyo país anfitrión será Guatemala. ese a las expectativas que había de que fuera presencial, el canciller guatemalteco hizo la solicitud formal a las Misiones de los Estados presentes en el Consejo Permanente de que se desarrolle de manera virtual entre el 10 y el 12 de noviembre, la cual fue aprobada por el pleno de manera oficial el día 15 de septiembre, debido a que los riesgos de contagio siguen latentes en dicho país y en buena parte del mundo, pese a la existencia de la vacuna. Según reportes oficiales Guatemala al día de hoy tiene un 97% de ocupación hospitalaria.
Lo anterior, es una decisión responsable con la salud pública, pero también con muchos retos para la participación de la sociedad civil. Si bien ya se tiene el precedente de 2020 de la 50° Asamblea virtual en Washington, también es necesario que se hagan las mejoras necesarias y que se garantice la incidencia y presencia de las diversas voces ciudadanas en esta nueva cita hemisférica, por ejemplo a través del desarrollo de actividades de diálogo, foros, talles, consultas específicas, entre otros mecanismos de participación de sociedad civil.
Para empezar, el tema central “Por una América renovada” es amplio y parece ambiguo. Muy seguramente cuando tanto el país anfitrión como la OEA logren aterrizar las particularidades de las discusiones podremos detallar cuáles son los temas fundamentales sobre los que versará esta edición. No obstante, dada la coyuntura del continente y del mundo con la persistente pandemia, es imperativo que como se ha manifestado, por ejemplo, en los Escenarios Nacionales del Foro, no se pierdan de vista la lucha contra la corrupción, la reactivación económica y social, la cobertura en salud pública, sobre todo en lo relacionado con la distribución de las vacunas y la plena garantía de los derechos humanos y los principios democráticos, los cuales se han visto lesionados en razón de medidas extraordinarias para hacerle frente a la pandemia.
Asimismo, como sociedad civil, debemos exigir que se traten otros temas de fondo que nos están aquejando: las evidentes amenazas a la democracia que hay en la región por parte de diversos líderes políticos. No sólo se trata ahora de Maduro en Venezuela u Ortega en Nicaragua, sino también de Bukele en El Salvador y Bolsonaro en Brasil o de la crisis económica y política que atraviesa Haití.
Todo lo anterior, en perspectiva de los 20 años que cumplió el pasado 11 de septiembre la Carta Democrática Interamericana, que si bien es un instrumento valioso todavía adolece de fuerza real y vinculante que materialice sus postulados.