
Por esta misma época en 2016, las autoridades de la CIDH hacían pública la gran crisis financiera por la que pasaba este vital organismo del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Evidenciaron cómo durante décadas y de manera sistemática los Estados miembros de la OEA no se han querido hacer cargo del fortalecimiento de la Comisión, sino que al contrario lo han venido debilitando desfinanciando su presupuesto y en gran medida atacando su independencia a través de algunos discursos políticos, que vienen de gobiernos de todos los espectros ideológicos.
En el momento en el que la CIDH prendió la alarma y la decisión inminente de prescindir de buena parte de su equipo por no poder pagar su nómina, emprendió una campaña de sensibilización y de lo que podríamos llamar “fundraising” para que los países que adeudaban cuotas al Sistema Interamericano se pusieran al corriente. Y parece que funcionó porque hoy por hoy la CIDH sigue más vigente que nunca.
Con nuevo Secretario Ejecutivo, el brasileño Paulo Abrão, la creación de una nueva relatoría sobre los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, el diseño de un Plan Estratégico, y la creación de tres nuevas unidades de investigación, la Comisión enfrenta los nuevos desafíos que le exigen la actual coyuntura social y política del continente, en donde la polarización parece ser la regla en gran parte de los países.
A propósito de esto último, en su más reciente período de sesiones, del 21 al 26 de mayo en Buenos Aires, la CIDH “acordó en el día de la fecha una nueva distribución de las relatorías temáticas y de país. Asimismo, de acuerdo a lo establecido en su Plan Estratégico 2017-2021, la CIDH decidió crear tres nuevas Unidades: sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, sobre Memoria, Verdad y Justicia, y sobre los Derechos de Personas Mayores”.
Sin embargo, como organizaciones de la sociedad civil y actores sociales no podemos bajar la guardia. Hay que seguir demandando el fortalecimiento financiero y técnico de la CIDH, que los países miembros de la OEA se hagan cargo del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, y no seguir dependiendo de financiamiento externo, como el de la Unión Europea. La CIDH es quizá el principal aliado de la sociedad civil en el concierto hemisférico, sin importar el corte político o ideológico.