Los datos que se proveen son los últimos que están disponibles
Índice de desarrollo Humano | 0.65 (2017) |
Población | 17.247.807 (2018) |
PIB per cápita | US$4.549,00 (2018, Banco Mundial) |
Índice de Gini | 48,3 (2014) |
Índice de pobreza multidimensional | 0,134 (2018) |
Algunos de los cambios sociales más importantes de la historia se han dado por revueltas de los ciudadanos, que agotados de los problemas sociales, económicos y/o políticos deciden hacer algo al respecto. Un ejemplo de esto es la Primavera Árabe. En Guatemala, en el año 2015 la ciudadanía se movilizó masivamente exigiendo la renuncia del presidente del momento, Otto Pérez Molina por los actos de corrupción que se habían destapado recientemente.
Tras este despertar que se llevaba gestando después de años de abandono y corrupción permitidos por el gobierno, se preveía un cambio de mentalidad y un vuelco en la manera de hacer política en el país centroamericano. Sin embargo, en Guatemala el impulso de la movilización duró lo necesario para destituir al presidente y la vicepresidenta del momento (Molina y Roxana Baldetti). Tras este momento de efervescencia la polarización se apropió de parte del discurso y se perdió el norte de nuevo.
Las manifestaciones de 2015 terminaron en elecciones presidenciales. Norayda Ponce de la Coordinación de ONG y cooperativas de Guatemala (CONGCOOP), organización miembro del Foro Ciudadano de las Américas, manifiesta que ahí subyace la razón de que en lugar de un cambio positivo se haya generado otro gobierno corrupto e igual de laxo a los anteriores. Porque en campaña política se apela a ciertas creencias que buscan polarizar a la población y toda la construcción que hizo posible un pequeño cambio se vino al piso en cuestión de meses.
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La corrupción en Guatemala es tan fuerte que ni siquiera la creación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en el año 2006 ha sido un disuasor de la actividad delictiva. Las investigaciones que llevaban aparentemente quedarán inconclusas y sin sentencia, ya han quedado algunos investigados libres por falta de pruebas.
Esto debido a la decisión del actual presidente Jimmy Morales de expulsar a la CICIG del territorio nacional y dejándolos sin armas para concluir las investigaciones.
Los indicadores
Transparencia Internacional, como cada año, publicó el informe que medía la percepción de corrupción durante el 2018. Guatemala se ubicó en el puesto 144 de 180 países evaluados. Esto lo deja en la penúltima posición en toda la región sólo después de Nicaragua. Este es el reflejo de los problemas que afronta el país en la materia.
Ese mismo año, el estudio de Capacidad para combatir la corrupción puntuó al país con 3,29 de 10, siendo 10 la más alta capacidad para la lucha. Esto comprueba la hipótesis de una institucionalidad pobre, incapaz de tomar medidas reales en estos casos. La salida de la CICIG solo puede empeorar la situación que ya parece estar llegando a un momento crítico (peor calificación del IPC en 12 años).
El panorama se torna más oscuro cuando un estudio de la Universidad del Valle de Guatemala afirmaba que los sobrecostos por sobornos alcanzaban el 30% del valor de las obras ejecutadas. Este comportamiento ha sido uno de los grandes obstáculos para lograr un desarrollo en el país en el que cerca del 70% de la población vive en un estado de pobreza multidimensional.
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Los mecanismos
Ahora bien, el problema existe, pero ¿cuáles son las herramientas que existen para luchar contra la corrupción en el país? En Guatemala pasa lo que en la mayoría de países de la región: las leyes, los mecanismos e incluso el esbozo de instituciones existen, pero no funcionan o no se han puesto en práctica.
A esto se suma que los ciudadanos han perdido el interés por participar o manifestar, pues hacerse visible sólo podría traer retaliaciones y consecuencias negativas para ellos. Una institucionalidad débil y los guatemaltecos disuadidos de participar son una mezcla tóxica para la posible lucha contra este crimen.
Norayda Ponce, de CONGCOOP, asegura que una vez se perdió la voluntad popular que se vio en el 2015 es muy difícil volver a un escenario similar, pues la pobreza es tan generalizada que un día de trabajo perdido es inadmisible para la población y que dados los problemas de acceso, asistir a una manifestación puede salir muy costoso y muy demorado.
La proyección
Con la reciente elección de Alejandro Giammattei como presidente, la salida de la CICIG, la falta de voluntad popular, la poca capacidad de lucha contra este flagelo, entre otras muchas variables que hacen parte de la ecuación, el panorama parece desolador. Por un lado, Giammattei había sido investigado por la comisión y en campaña se había mostrado reacio a admitir algún organismo similar, pues de acuerdo con él esa es responsabilidad de la justicia guatemalteca.
Norayda Ponce se muestra pesimista frente al futuro del país, pues cree que incluso si lograse mejorar la puntuación en el Índice de Percepción de la Corrupción no subirían más de 5 puntos y cree que lo más posible es que disminuya su puntuación en el Índice de Capacidad de lucha contra la corrupción.
Es por este motivo que hace un llamado a los actores internacionales para visibilizar la problemática y así poder ejercer mayor presión sobre el gobierno y disuadir intentos de corrupción. Este papel es el que tienen organizaciones como el Foro Ciudadano de las Américas y cuya labor es un apoyo primordial para los países miembros.